jueves, 18 de diciembre de 2008

35 AÑOS DE PASIÓN Y DE ...PAZ


Tras 35 años transcurridos tratando de aportar algo a mi ciudad desde el punto de vista cofrade, no queda más que pedirle a ese Niño que, en apenas cinco o seis días estará nuevamente con nosotros, nos traiga Paz pero PAZ con mayúsculas. Aunque la Paz es importantísima no lo es menos importante esa PAZ interior que todos los hombres necesitamos para poder conseguir la otra.

Esa Paz que evite mirarnos el ombligo y las inconfesables ganas de otorgar una especie de “excomunión” que desde determinadas jerarquías se expele cual vómito de fuego contra personas de personalidad y criterio, con la única causa de ese pecado tan humano e insuperable como es la envidia por parte de ignorantes e iletrados.

Esa Paz que evite “hacer leña del árbol caído” creyendo que, pisoteando al débil, se hace creer la grandeza y el poder que no hace sino aumentar a cotas insospechadas la más miserable de las estulticias con un estúpido afán recaudatorio.

Esa Paz que estimule la relación con los semejantes aunque piensen de distinta forma y asumir cualquier tipo de crítica contra un inmovilismo cada vez más feroz en las Cofradías propiciada por el vértigo que se produce desde el púlpito de las comisiones delegadas que se olvidan que su “poder” dimana de las propias Hermandades.

Esa Paz que procure desproveernos de fútiles protagonismos y sepamos relacionarnos con los demás, aunque sólo se resuma esa relación, por aquello de “cubrir el expediente”, al día de la salida penitencial de la Cofradía y manifestar su mejores deseos desde algo que hasta ahora, han sido palabras tan huecas como “dirección espiritual. Eso no. Perjudicar a determinadas Hermandades, si.

Esa Paz que nos haga ver que debajo de los Pasos hay personas con una buena voluntad más que contrastada y con un corazón que no les cabe en el pecho, a pesar que a muchos dirigentes les “importa el rábano” el esfuerzo que hacen y la longitud exagerada de ciertos recorridos.

Esa Paz que vemos y admiramos en esas incansables personas que, a pesar de haber sido menospreciadas por ciertos indeseables dentro de este apasionante mundillo, siguen construyendo y contribuyendo a la grandeza de nuestra Semana Santa sin necesidad de diplomas artificiales ni reconocimientos por varas doradas de ningún tipo.

Por eso, desde aquí, tengo que pedirle a ese Niño Dios que vuelve a nacer entre nosotros que siga proporcionando esa Paz interior a personas como Marcelino Abenza Corral, Magdaleno León Turrillo, Manuel Gutiérrez Aragón, Marcelino Abenza González, Ernesto Naranjo Sereno…y otros muchos más que con su trabajo y con su ilusión han contribuido al engrandecimiento de nuestra Semana Santa que unos poquitos pretenden utilizar como algo suyo privado, empleando para ello comportamientos dictatoriales e inquisitoriales.

Pero por mucho que quieran, por mucho que abran expedientes simplemente por decirles que están actuando como dictadores, nadie nos privará de emocionarnos con la filigrana y el arte de la chicotá de un Palio bien llevado, con el señorío y sobriedad de un Paso de Nazareno o con el andar valiente de un Paso de Misterio.

Desde aquí sólo le pido a ese Rey pobre que nació en un pesebre y que fue perseguido gran parte de su vida, Paz interior para todos

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