miércoles, 3 de diciembre de 2008

EL TIEMPO PASA...Y LUEGO VIENEN LAS PRISAS






Con motivo de la entrega de los trofeos taurinos “Casa Pepe”, además de disfrutar del excelso lujo de saborear sus viandas, pudimos disfrutar de la presencia de un buen rosario de políticos que, por supuesto, no dudaron en ningún momento, en cada una de sus alocuciones, en dar su apoyo, algunos en palabras a la Fiesta, llegando incluso a cantar las excelencias de la misma. Otros, en nombre de la institución que representan, dijeron que están trabajado mucho de una “forma silenciosa”, tan silenciosa y tan “ocultista”, añadimos nosotros, que no se atisba intención de hacer algo por la Fiesta en la capital.

Todos estos políticos que “sacan pecho” en defensa de la Fiesta, sobre todo en estas cenas, nos hicieron recordar que la Excelentísima Diputación Provincial de Ciudad Real, como propietaria de la Plaza de Toros de Ciudad Real, desde finales de septiembre que expiró el contrato con la anterior empresa arrendataria, no ha movido un dedo todavía para configurar un nuevo pliego de condiciones para que concurran los licitadores y se adjudique la explotación de tan significativo edificio para la temporada 2009.

El pasado año, por la premura que tuvo para confeccionar los carteles la empresa adjudicataria, que solamente propiciaron los responsables de la Diputación con su aparente abulia jalonada con una serie de dilaciones innecesarias e injustificadas, tuvimos que tragarnos una de las ferias más pobres y cutres que se recuerdan.

A la Feria de Ciudad Real se le quitó un festejo para “no perjudicar demasiado al empresario” y con el fin de ganar en calidad en los carteles y en la presentación del ganado. Al final es el empresario de turno quien perjudica al aficionado conformando unos carteles cutres y faltos de imaginación, además de traer un ganado impresentable para una Plaza de segunda categoría.
Indefinitiva, quien sale perjudicado es el de siempre: el aficionado que tiene que tragarse una feria infumable, según los malintencionados, deliberadamente escasa de atractivo y que va perdiendo cada año en cantidad y calidad.

Bueno. Pues aún así, seguimos quedando aficionados que nos gusta ver en la Plaza primero a un toro con todas sus letras y todos atributos íntegros y, por supuesto, a un torero delante de él. No queremos “figuritas correteadoras”, ni torerillos de segunda fila, aunque salgan en las portadas de las revistas del corazón, que vengan, si es que vienen, a no arriesgar ni un alamar y nos hagan creer que torear es tirar líneas con la muleta, citando con el pico y dirigiendo la embestida hacia fuera.

Esta es la fecha en la que todavía no se ha convocado a la comisión taurina para programar la confección del pliego de condiciones, tal y como se quedó en la última reunión. Además se dijo que había que hacerlo cuanto antes.

Mucha gente, a la que yo no quiero dar excesivo crédito, me ha dicho que toda esta tardanza y esta dejadez es absolutamente deliberada para que luego, debido a la premura, tener que verse avocados a una adjudicación directa o dejar prácticamente maniatado al nuevo empresario y de esta forma él pueda justificarse con la falta de tiempo para confeccionar unos carteles indignos para una Plaza de Toros de capital de provincia.

Luego, cuando salgan por los chiqueros toros impresentables, si trapío ninguno acorde con una Plaza de segunda categoría, se defenderá el empresario diciendo: “Esto es lo que había en el campo. No he tenido tiempo para contratar una corrida mejor presentada”. Todo ello, probablemente se hará con la anuencia del equipo veterinario de turno, si el empresario ha tenido la habilidad de llevarlos a la finca para observar los toros en su “habitat”. Curiosamente, cuando esto sucede, no les ven pegas por ningún lado. Debe ser que los toros en el campo crecen o en la Plaza, menguan.

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