lunes, 20 de octubre de 2008

"Encuentra tu Consuelo..." (elegía a un fiel hermano) por Rocío Varela



La yema de tus dedos busca el Consuelo de mis lágrimas en cada suspiro que relato mientras escojo cada escalón de mi vida para seguir la rutina de mi barrio, hasta llegar a la altura del dintel de Tu Casa.

Mis retinas no alcanzan el sabor de Tu Consuelo, pero quizás en mis recuerdos encuentre esa agonía que provocas en mi piel al apretar mis nudillos, para llamar a Tus manos y que me indiquen el camino de mi Consuelo a través de Tu mirada.

Ese es el Consuelo que me queda… Tu boca. Laberinto nocturno de deseos de cualquier transeúnte que aprecie la comisura de Tus labios y alimente el tacto de su piel con Tu nombre.

Cada vez que me dispongo a mirarte recuerdo la voz de mi padre delante de Tu caminar… Cada vez que mi padre me mira, me late el corazón con más fuerza, ya que aprecio en sus ojos el sabor del Consuelo, Tu Consuelo, que ronda en la mente de ese hombre de riguroso negro, como las pestañas que decoran Tus pupilas, y en mis deseos de volverlo a ver de espaldas hacia las calles de mi ciudad… Sería un alivio para Ti, y para mí, mi Consuelo, que gracias a la mano de mi padre yo conozca el descanso de tu alma y el trazado de mis años.


Siempre que busco un rincón de mi soledad encuentro el Consuelo de Tu nombre grabado en mi pensamiento…


Rocío Varela.

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