lunes, 13 de octubre de 2008

TRINCHERILLA: Ramón Lorente buen picador y mejor persona

Otro amigo que desaparece y que seguro presenciará, a partir de ahora, los toros desde ese palco del cielo que cada día está más abarrotado de amigos y toreros. Seguro que desde allí se tiene otra perspectiva y se podrá ver todo con el aditamento del vecino de al lado que casi sabe más de toros.

Ramón Lorente fue, además de un gran picador, una gran persona para el que todo estaba bien. Era cordial y afable y tenía siempre una palabra de concordia y sabiduría mezclada con una contratada experiencia.

Uno, desde que era jovencito, no ha conocido otro picador toros en nuestra ciudad que no fuese Ramón. Yo desde siempre lo veía mucho por mi barrio y lo miraba de arriba a abajo, y lo admiraba porque ser picador de toros era algo, además de poco usual, era ser un hombre de fuerza física privilegiada y que además suponía manejar con cierta maestría una animal tan peculiar como el caballo.

Se recorrió toda España con Calatraveño que fue el torero que con tanto cariño aceptamos todos como el torero de la tierra. Ramón era como el picador de la tierra nuestro picador. Posteriormente anduvo también enrolado en la cuadrilla de Antonio Sánchez Puerto.

Siendo uno un jovenzuelo, cuando toreaba en Las Ventas José o Antonio, me dirigía como paso previo a ubicarme en la localidad de la Plaza, al patio de caballos a saludar a Ramón, que allí se encontraba adaptándose al caballo que utilizaría después. Cuando lo saludaba te recibía con un cariño y una amabilidad entrañables. Creo recordar que alguna vez llegó a bajarse del caballo para darme la mano.

Por eso mi recuerdo de esta gran persona siempre será muy grato. Era verdaderamente entretenido conversar con él porque siempre tenía el comentario oportuno. Contando anécdotas te dejaba con la boca abierta y tenía un gracejo que a todos nos encandilaba con facilidad.

Ángel Cerro, critico taurino que también ya goza de su localidad en el palco del cielo, me contaba que, durante una entrevista que estaba haciendo a Ramón para la radio, le pregunto: ¿le ha gustado el ganado que se ha lidiado de esta tarde? Ramón contestó: silencio y la inusual forma de “si” y a continuación se produjo un extenso e inusual silencio. Ángel para tratar de aliviar ese silencio y la brevedad con que contestó, añadió: Pues estás son las palabras de Ramón Lorente, picador de Calatraveño, que como habrán podido observar, ha sido muy escueto. Al oír esto Ramón saltó rápidamente: “Oye Ángel que esto no es cuento. Esto es verdad”.
Así era Ramón, todo nobleza. Se nos ha ido el iniciador del oficio de picador de toros. Posteriormente el camino iniciado por él, ha sido muy dignamente continuado por su yerno Juan Charcos y el entrañable Ignacio Sánchez.

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